
05 Jun Perfeccionismo: qué es, cómo se manifiesta y cómo superarlo.
¿Qué es el perfeccionismo, cómo afecta a la vida de las personas y qué solución tiene?
El perfeccionismo es una característica que puede parecer positiva para muchos ámbitos de la vida. Se suele confundir el ser de esta forma con el hecho de tener altos estándares, ser responsable o querer hacer bien las cosas. Sin embargo, cuando hablamos en psicoterapia de perfeccionismo, nos referimos a un concepto mucho más amplio, es decir, que el ser perfeccionista genera un gran malestar.
En este sentido, el perfeccionismo es la necesidad que tenemos de ser perfectos, lo que conlleva actuar sin errar una sola vez. Es decir, que no consiste en querer hacer las cosas bien, sino en sentir que tenemos la obligación de siempre hacerlo perfecto. Esta presión provoca que el esfuerzo que empleamos en hacer una tarea simple sea tan intenso que termine por paralizarnos. Hay un miedo muy grande a fracasar, asociado a fallar a los demás y no estar a la altura de las expectativas que nos ponemos. Estas expectativas, muchas veces, resultan difícilmente alcanzables.
¿Cómo se manifiesta el perfeccionismo en la vida diaria?
El perfeccionismo puede manifestarse en todas las áreas de nuestra vida:
En el trabajo o en el ámbito académico, revisando un documento repetidas veces en búsqueda de errores que corregir. Esto puede derivar en la procrastinación, que consiste postergar las entregas por el miedo a que no esté perfecto y estar vulnerable a críticas (aunque éstas sean constructivas y nos ayuden a mejorar).
A nivel personal, evitando tomar decisiones por miedo a elegir mal y sentir que no somos suficientes para los demás. También suele estar muy asociado a la ansiedad social y a problemas de imagen corporal.
Aunque el perfeccionismo surge del deseo de hacer las cosas mejor y mejor, muchas veces termina siendo un obstáculo para avanzar o disfrutar lo que se hace.

Paradójicamente, terminamos por privarnos de aprender aspectos importantes de nuestra vida que nos pueden servir para mejorar.
¿De dónde viene el perfeccionismo?
Las causas del perfeccionismo pueden ser muy variadas, pero se relacionan con haber crecido en un entorno donde las muestras de cariño y seguridad dependían en mayor medida del resultado obtenido. A nivel más social, el culto al éxito y la productividad sin fin juegan un papel fundamental de cara al trabajo o al ámbito académico, donde nunca es suficiente en un mundo tan competitivo. Este tipo de influencias dejan de lado a la autenticidad y el bienestar de uno mismo, reproduciendo el patrón de que el reconocimiento se consigue solamente a través de los resultados.
No todas las personas que se exigen a sí mismas son perfeccionistas. La diferencia principal está en la rigidez de los estándares y objetivos y en cómo nos sentimos cuando no los alcanzamos. Mientras que una persona con estándares altos puede aceptar el error como parte del proceso, el perfeccionista suele verlo como un fracaso personal: todo gira en torno a que no hemos conseguido lo “esperado”, el esfuerzo realizado no importa.
¿Tiene solución el perfeccionismo?
Sí, el perfeccionismo puede trabajarse para que dejemos de actuar solo en función del resultado y empecemos a conectar con el proceso.
Muchas personas no son conscientes de que su malestar proviene de exigencias internas poco realistas, que operan casi en automático.
Aquí te dejamos algunas estrategias útiles para empezar a trabajar el perfeccionismo y reducir la autoexigencia en tu día a día:
1. Cuestionar los pensamientos perfeccionistas: Preguntarse si realmente es necesario hacerlo perfecto, si el error es tan grave como parece o qué pasaría si las cosas salen “suficientemente bien”. Por otra parte, ¿estamos ignorando aquellas cosas que sí que hemos realizado tal y como habíamos esperado?
2. Aceptar que el error es parte del aprendizaje: Cometer errores no solo es humano, sino también útil. Nos permite crecer, mejorar y adaptarnos.
3. Practicar la autocompasión: En lugar de hablarse con dureza ante un fallo, aprender a tratarse con amabilidad. ¿Hablaría a mis amigas, a mi pareja, a mis padres o a mi hijo como lo estoy haciendo conmigo mismo? ¿Qué les diría en cambio?
4. Poner límites a las propias exigencias: A veces, es mejor hacer una tarea bien y entregarla, que seguir eternamente mejorándola y nunca terminarla. ¿Hasta qué punto me sirve tener un estándar? ¿Cuándo estamos dedicando demasiado tiempo para solucionar un pequeño detalle?
El perfeccionismo no es simplemente querer hacer las cosas bien, sino una presión constante por ser impecables, que muchas veces impide vivir con tranquilidad.
Reconocer que no necesitamos ser perfectos para ser valiosos es un paso fundamental para tener una vida más plena, libre, sana y equilibrada. Nos permite poner el foco en aquellas cosas que hemos cultivado. Aprender a aceptar nuestras imperfecciones no nos hace menos capaces; nos hace más humanos.

Si te has sentido identificada/o con estas situaciones y sientes malestar en distintas áreas de tu vida, no estás sola/o y no tienes por qué afrontarlo sin ayuda.
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Escrito por: Gonzalo Aseguinolaza.
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